Por Hugo Passalacqua
Quisiera hacer un homenaje breve, sencillo, de buena fe, con toda la honestidad intelectual de la que pueda ser capaz, entendiendo la situación y sabiendo las vivencias que uno ha tenido. Diciendo las cosas por su nombre. Hoy estamos viviendo -en estas semanas-, se ve en la calle, lo sentimos, está en la atmósfera, la puja por la distribución, la puja por el salario. Estoy seguro de que todos estamos pensando exactamente igual: el reclamo por un salario mejor siempre es justo, no hay forma de que sea injusto, porque el trabajador sabe el esfuerzo que está poniendo y está pugnando por tener un bienestar, una vida mejor. Es natural que eso sea así y está bien que en democracia eso ocurra. En dictadura eso no ocurre.
Está bien que eso suceda en este esquema, en este clima tan lindo que vivimos los argentinos desde hace casi 37 años. Aprovecho para recordar que hace pocos días se conmemoró un nuevo aniversario del triste golpe de Estado a Salvador Allende, el de Pinochet. En ese momento no podían reclamar. Y hoy me da una enorme alegría haber sido parte de todo este proceso, y estar observando esto y poder dar hoy mi opinión sencilla, simple, medida.
En esa puja por la distribución están la gente que reclama de diversas maneras y un Estado que es empleador, no patronal. El Estado no es patronal, no se queda con una plusvalía, no se queda con una renta como el sector privado, que si paga menos gana más. Un Estado como el que tenemos en la provincia de Misiones tiene un comportamiento que ahora intentaré describirlo, que a mí me llena de satisfacción, pese a la dificultad, pese a la enorme dificultad de miles de compañeros de trabajo. No solo del sector público, también del privado y ahí es donde veo al Gobierno de la provincia -y ahí va mi homenaje- apelar a una herramienta fantástica, incomparable, que es la ética del diálogo: el gobierno se comporta en forma ética a través del diálogo y lo está haciendo en un contexto que no se puede obviar. Es como una matrioska de la que se van sacando uno a uno los múltiples contextos que estamos viviendo: el inflacionario, que no es culpa de los misioneros. Por supuesto que el salario perdió ante la inflación, pero no es culpa de ningún misionero, de ninguno. Estamos en decaimiento de la economía, y por ende de la recaudación, hace años, y estamos haciendo cada vez más esfuerzo por sostener entre todos los misioneros a la provincia. No podemos emitir dinero, podemos sí emitir letras, podemos emitir deuda, pero no lo estamos haciendo ni lo haremos, porque la experiencia de la emisión de deuda, las veces que se hizo, a nivel nacional, a nivel provincial, ha sido catastrófica. Entonces, es una especie de emisión en la que no vamos a caer, porque desordena la estructura económica y social de una comunidad. A ese contexto se le agrega, para colmo de males, una PAN-DE-MIA. ¡UNA PANDEMIA! Ni un mago hubiese podido adivinar que eso iba a ocurrir. Cuando parecía que empezábamos otra vez a calentar motores, aparece el COVID-19 y nos pega un mazazo a todos. A todos quiere decir a todo el planeta y Misiones está dentro de ese contexto.
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Como gobernador uno mira cuánto entró en Rentas y está viendo a quién hay que pagar día a día, cómo fue el goteo de la coparticipación, cómo recaudamos, ¿hoy qué venció? Es día a día la administración del Estado y hay que hacerlo de forma responsable. Los dineros públicos hay que manejarlos de forma responsable, pero también con sensibilidad, también con inteligencia. Y este Gobierno está haciendo, con los sectores que están en reclamo, un diálogo responsable, un diálogo respetuoso, un diálogo de puertas abiertas. No siempre se obtiene lo que se quiere, pero en este contexto hay que gobernar sin perder de vista que además hay que mirar a toda la familia misionera. Mirar en forma holística, mirar todo el horizonte, que es infinito, es un redondel que nunca se termina: están los tareferos, están los tabacaleros, está el sector de la producción que hay que atender, está el sector comercial que se lo atiende y cuesta mucho dinero con los programas “Ahora” para subsidiar la demanda, etc. Todo ese esquema está basado en la responsabilidad, porque cuando hablo de ética del diálogo no es solamente charlar, es mantener esa tutoría, esa guía de buen trato, de no dejar a nadie parado bajo la lluvia, atenderlos a todos.
Los ministros están haciendo un esfuerzo descomunal en ese sentido y el gobernador ni que hablar. Están haciendo lo máximo que se puede en las circunstancias que estamos transitando y, si bien no es objeto de estas palabras discurrir sobre las asimetrías históricas de nuestra patria, simplemente quiero mencionar el drenaje de recursos de las provincias al país central, al país núcleo. Es por ello que merece destacarse la responsabilidad de Misiones en cuanto a los recursos públicos mencionando dos datos que son de público conocimiento y no constituyen ninguna novedad, aunque es bueno incorporarlos a la pintura general.
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Misiones es la única provincia que durante 16 años pagó los salarios antes de que sea la fecha en que hay que abonarlos, que es del 1 al 5. Misiones siempre, durante 16 años, mes por mes, pagó el último día hábil del mes. Si no venía el FET, salía la Provincia a responder; si no venía el FONID, salía la Provincia a responder. Y lo hace y lo seguirá haciendo porque tenemos las cuentas en orden. Desordenar las cuentas no es un chiste, se paga carísimo. Los demás distritos del país tuvieron momentos extremadamente difíciles para pagar, haciéndolodel 9 al 15, la Sanidad del 15 al 20, los hombres tal fecha, las mujeres tal otra, etc. Acá eso se da por descontado, que la gente va a ir con su tarjeta a cobrar y la plata va a estar. Se es eficiente y hay que atender esa eficiencia, para eso hay que apelar a seguir estando ordenados, apelar al diálogo, sabiendo que además, sacando las cuatro provincias del país núcleo -ahora le dicen así, «país núcleo» a Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, donde el Estado es un jugador secundario, no es el gran jugador económico en esas provincias porque ahí está el poder económico, ahí está el poder de lo privado-, el resto de las provincias nos las tenemos que arreglar.
El factor Estado es importantísimo, del resto de las 21 provincias, la que menos empleados públicos tiene cada mil habitantes es Misiones. Digo esto para mostrar la rectitud en el manejo de la cosa pública (si alguien quiere investigar, que sería muy bueno que lo haga, los datos están en la página del Ministerio de Hacienda de la Nación, son del año pasado, aunque no debe haber habido ninguna variación a la fecha). Eso a mí me llena de orgullo, a mí me da mucha satisfacción que administremos así los recursos públicos, que pese a haber tenido que disminuir la obra pública -debido a la pandemia- nunca se la ha detenido. La obra pública es infraestructura, es entre tantas otras cosas caminos que la gente reclama, que la producción reclama.
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Hace poco estuve en la sede de la UOCRA, donde me brindaron una información significativa: en los últimos años ha caído al 30% el trabajo de los compañeros albañiles. Un tercio está trabajando, lo mismo las chatitas, los areneros, los vidrieros, lo que sea, mueve, la obra pública mueve. Contamina positivamente a la economía, no se la puede dejar. Hay que asistir y hay que mirar a todos, hay que mirar la asistencia al que menos tiene, al humilde, a través del Ministerio de Desarrollo Social, o el organismo que sea más adecuado según la problemática a abordar.
El Estado es el gran articulador de la felicidad popular, no el mercado. Pero hay que ser sabio, hay que ser inteligente, hay que ser audaz a veces y no perder la visión del presente pero también del FUTURO que tenía el propio Sarmiento, por ejemplo. Una situación que involucró al prócer sanjuanino, y que refuerza la argumentación que estoy llevando a cabo, fue la incorporación del telégrafo al país.
Sarmiento fue quien trajo el telégrafo a la Argentina, lo tomaron por loco en su momento – encima que era de carácter bravo-. Cinco mil kilómetros de telégrafo desplegó en el país cuando nadie entendía bien que era. Es más, mandó a su ministro Vélez Sarsfield a la comisión de presupuesto del Senado a pedir los recursos presupuestarios para poner el telégrafo, nadie sabía exactamente que era el telégrafo, era tal la modernidad, pero sabía el entonces presidente Sarmiento que si no se enganchaba en el tren del futuro no valía la pena nada de lo invertido hasta en el presente. Y fue el pobre Vélez Sarsfield a reclamar a la comisión de presupuesto; en ese momento estaba el ministerio de Correos y Caminos, que era lo que más se parecía. Entonces le dice Vélez Sarsfield al presidente Sarmiento: «Presidente, no hay donde poner esa partida» y recibe como respuesta una frase genial: «Ministro, dígales a los senadores que el telégrafo son los caminos de la palabra». Con esa argucia consiguió su partida y la Argentina se expandió en su desarrollo.
Y así Argentina es lo que es, es por esa actitud de mirar la historia y a la vez mirar el presente de la gente que hoy está en dificultades, de tratarla amorosamente, como lo hace nuestro gobernador, de tratarla con cariño, de cuidar encima que no nos enfermemos. Lo he dicho en reiteradas oportunidades: yo, Hugo Passalacqua, me siento cuidado por Oscar Herrera. Sé que no hay que bajar los brazos, que hay que lavarse las manos, hay que mantener la distancia y usar barbijo, pero me siento cuidado, siento un Estado que me está cuidando y que se fue una inmensidad de dinero, del poco que tenemos, en el tema Salud. Toda esa inversión que hemos hecho en salud está rindiendo frutos, porque se gastó de forma inteligente, de forma ordenada.
Pero no es el orden del garrote, porque así cualquiera ordena, es el orden de que las cosas estén en su lugar, de las instituciones, que todos sepamos lo que tenemos que hacer y así no está mal el ruido del reclamo, no está mal, hay que reconocerlo como legítimo. Pero también se deben entender, o intento que se entiendan, los contextos, esa matrioska; y que la herramienta que ha utilizado y que se está utilizando para resolver los conflictos, que los está resolviendo el Gobierno, son el camino. Son el camino de la solución, el pueblo misionero quiere y aspira a trabajar en paz. El Gobierno debe garantizar esa paz, y es lo que está haciendo, y la herramienta de la paz es la ética del diálogo, no existe otro mecanismo. Hay un solo momento, paradójicamente, en el que el diálogo se apaga, cuando solamente habla uno, y es el día de las elecciones. Ese día no se habla, ese día habla el pueblo, hay una sola voz que te empuja, te empodera y es el deber, es el mandato. Ese monólogo popular es el que tenemos que interpretar.
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En síntesis, con estas líneas pretendí solamente hacer un homenaje a lo que está haciendo el Gobierno, que lo está haciendo muy bien, al empeño que pone no solamente el gobernador y el vice, sino todo su equipo. Las dificultades son muchas, la gente no la está pasando bien, pero necesito dejar sobre el final un mensaje esperanzador. No una esperanza naif, ingenua, esperanza porque sí, sino porque estoy convencido de que la forma de este trato respetuoso, de diálogo, de buscar soluciones, a veces parciales -para completarlas luego-, es el camino. Hay que ir hacia adelante, como se está yendo, las soluciones están apareciendo, en este tremendo marco están apareciendo, sin rifar la estabilidad fiscal. Rifarla es un sepulcro, rifar las cuentas públicas es un sepulcro y quien está ahí con la birome tiene esa responsabilidad, solo él. Por eso mi tributo es al Gobierno, a los misioneros, a quienes necesitan, y sobre todas las cosas al diálogo, al diálogo y al diálogo.