Por Karen Fiege
La República Libanesa celebra hoy un nuevo aniversario de su independencia de Francia. Similitudes y diferencias con ese proceso en la actual coyuntura que transita el país de los cedros: la pandemia y la explosión en el puerto de Beirut han agravado fuertemente la situación socioeconómica.
Hace 77 años Líbano alcanzó su independencia de Francia, ratificando así los ideales de un pueblo que defendió sus derechos, identidades religiosas y culturales. Este presente encuentra al país frente a un complejo escenario, en el que la irrupción del Covid-19 y lo sucedido en la zona portuaria de su capital marcan la agenda.
El 17 de octubre pasado se cumplió un año de la ‘Thaoura’ (revolución), motivada a priori por algo sencillo y mundano: un impuesto sobre las llamadas de WhatsApp, en una especie de tasa a la red que se extendía a otras mensajerías instantáneas gratuitas como Facebook Messenger y FaceTime. Una protesta masiva, donde parecían haberse puesto de acuerdo los casi 7 millones de libaneses, sacudió a la dirigencia política pero no pudo generar verdaderos cambios ni consolidar líderes que se transformen en una oposición política real ni una opción electoral viable.
Los libaneses volvieron a salir a la calle, cansados también que, tras 77 años, se siga siempre atento a la mirada de «papá» Francia, como un niño que recién empieza que caminar. Pareciera que cualquier decisión política de peso debe contar con la venia del país galo.
Luego de la explosión que sacudió al puerto de Beirut se profundizaron los problemas del sistema de salud de la Nación, que ya venía golpeado por la pandemia de coronavirus y la crisis económica. El Líbano atraviesa actualmente por la peor situación de su economía desde la guerra civil (1975 -1990).
El Gobierno anunció atención médica gratuita para los afectados por la explosión; sin embargo, en un país donde el 85% de los hospitales son privados, una situación como esta podría llevarlos a la quiebra; más cuando el Estado adeuda a este sector miles de millones de euros.
Hoy, aún con la prohibición de reuniones públicas y manifestaciones, la ira crece entre los ciudadanos. Desde Naqoura hasta Trípoli los reclamos son múltiples: las mujeres claman por igualdad de derechos, los jóvenes piden un sistema político no confesional. A ello debe sumársele la reaparecida tensión de un conflicto fronterizo de vieja data: el que mantiene el país con su vecino Israel.
Esta fecha tan importante para el pueblo libanés cataliza las exigencias y las luchas de sus habitantes por un porvenir que permita condiciones para una vida digna.
La autora es Subscretaria de Cambio Climático, periodista y abogada.