Por Nicolás Marchiori
Mauricio Macri presiona a Milei y lo condiciona en el armado de su futuro gabinete. El presidente electo transita momentos de gran tensión e incertidumbre con propios y extraños en donde se hace visible la falta de experiencia frente a un escenario de internas permanentes. Por su parte, la Renovación amplia las bases de una construcción política con visión federal y consolida un espacio junto a otras provincias argentinas.
El politólogo irlandés Peter Mair realizó una radiografía muy interesante de las democracias actuales en su libro “Gobernando el vacío”. Sostiene Mair que hoy los partidos políticos tradicionales han perdido legitimidad y se fueron convirtiendo gradualmente en estructuras cerradas donde muchas personas viven de la política y están adosadas a las instituciones.
Al ensayar una mirada panorámica de la política en general podemos vislumbrar la proliferación de falsos liderazgos que utilizan a los espacios políticos como medios para alcanzar el poder y así satisfacer necesidades personales.
En nuestro país, las acciones llevadas a cabo por los dirigentes provenientes de los partidos tradicionales convirtieron a la política en un evento de características tragicómicas. Han generado un nivel de polarización y de crispación en la sociedad de una manera muy irresponsable, que arroja como resultado un difícil presente en donde cada vez es más difícil desarrollar un buen gobierno.
En estos tiempos, se escucha hablar de la amenaza “posfactual” contra la democracia y de la “era de la posverdad” como distorsión deliberada de la realidad, que manipula creencias y emociones con el único fin de influir en la opinión pública y en los comportamientos sociales.
Durante la campaña presidencial, sobre todo, se pudo observar cómo la circulación de afirmaciones totalmente falsas y difundidas de manera coordinada y sistemática a través de las redes sociales pueden manipular opiniones públicas y desviar el curso de los votos en los procesos electorales. Ese es el verdadero fraude contemporáneo.
El rol de la política en las sociedades es claro, apunta a la búsqueda y generación de espacios de encuentro, de compromiso. No hay lugar para los planteamientos binarios, los discursos polarizantes y las visiones maniqueas que han degradado a la política a tan bajos niveles de calidad y con pésimos resultados a la vista. Observamos cotidianamente como gran parte de los políticos piensan mucho en cómo hacerse del poder y muy poco en qué hacer con él cuando gobiernan. Los dos espacios políticos que gobernaron el país en los últimos años dan fe de ello. Esto llevó a un divorcio de la política con gran parte de la sociedad y, consecuentemente, permitió la aparición de una figura totalmente ajena al mundo de la política con la capacidad de representar y canalizar todo ese enojo, hartazgo y sentimiento de desesperanza de la ciudadanía. La agenda de los políticos luce un nivel de disociación alarmante respecto a los verdaderos intereses y necesidades de la ciudadanía.
Ante este sombrío diagnóstico de la política actual, cabe la pregunta: ¿La “buena política” es posible? Podemos afirmar con total contundencia que sí.
El brillante filósofo Baruch Spinoza, en su “Tratado Político”, sostiene que “para que un Estado pueda mantenerse, sus asuntos públicos deben estar organizados de tal modo que quienes los administran, tanto si se guían por la razón como por la pasión, no puedan sentirse inducidos a ser desleales o actuar de mala fe”.
En líneas generales, y con los resultados de las elecciones presidenciales a la vista, está claro que la política está funcionando mal y no está cumpliendo con su rol. Muchos dirigentes políticos no han tomado conciencia todavía de que el mundo actual atraviesa una gravísima crisis no solo económica, sino incluso una aún más grave crisis política, social, moral e ideológica. Por supuesto, muchos se comportan de manera honesta e infatigable, hacen muchísimos esfuerzos y tratan de manejar la situación de adversidad y unir a toda la sociedad en la lucha. Sin embargo, la mayor parte de la clase dirigente sigue tomando decisiones equivocadas. Reaccionan demasiado tarde. Sin la preparación necesaria para poder elegir una estrategia efectiva y acertada. No existe visión de conjunto.
Los pueblos, a su vez, comienzan a entender que aquellos encargados de llevar las riendas del futuro, aquellos que los dirigen, no hacen lo que deben, en el momento que deben. Observan que en escenarios complejos estos “hombres de Estado” se quedan un buen tiempo paralizados ante las decisiones por tomar; son incapaces de prever y de proveerse las herramientas necesarias para elegir la política más adecuada. Pueden notar que son demasiado débiles e inseguros y están sometidos a influencias perniciosas y que todo se reduce a objetivos e intereses políticos.
Es por eso que en estos tiempos, en donde la apatía, el hartazgo y la desesperanza generada por gran parte de la clase dirigente, la buena política reviste vital importancia.
La primera responsabilidad que tienen los dirigentes de todas las latitudes es proveer de certidumbre a la sociedad. Poner en práctica la buena política permite forjar acuerdos con todos los sectores de la sociedad y generar la sinergia necesaria para dinamizar transformaciones con una perspectiva estratégica y de futuro. También permite la conformación de sociedades más abiertas, pluralistas y tolerantes. Ese es el principal antídoto para la grieta. Es con la buena política que surgen y se consolidan los “Estados inteligentes”, aquellos que lucen resultados tangibles y mejoran la vida de la ciudadanía.
En un mundo invadido por el hartazgo, el desencanto y la desesperanza, sólo la buena política nos salvará.
Más dudas que certezas
Con la frase “Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre”, el presidente electo Javier Milei construyó una narrativa electoral que impactó positivamente en gran parte de la ciudadanía. Producto de la disociación producida entre un sector de la dirigencia política y la sociedad, el mensaje “anti casta” logró conectar al libertario con un vasto sector de la población que vio en él a la persona capaz de representar a ese enojo hacia un sector de la política que no les resolvía sus problemas y se alejaba cada día más de la realidad de la gente de a pie.
Habiendo terminado el proceso electoral y con Milei ya convertido en el presidente electo de la Nación, se abrió paso al proceso de transición que implica, entre otras cosas, el armado de equipos y confirmación de nombres para los diferentes cargos que conformarán el gobierno del economista libertario a partir del 10 de diciembre.
Lo cierto es que desde que Milei se erigió como el nuevo Presidente de la Nación, los argentinos asistimos a un espectáculo con ribetes circenses.
Las presiones constantes de un Mauricio Macri acostumbrado a destruir todo lo que no le gusta o que no se adapta a sus pretensiones, convirtió a La Libertad Avanza en un verdadero campo minado en donde la incertidumbre, el desconcierto y las tensiones marcan el ritmo de cada día. Con la idea de conformar un cogobierno, el ex presidente de la Nación marca la cancha a Milei y busca imponer nombres de personajes afines. Por su parte, el presidente electo se mostró intransigente a las presiones del macrismo y confirmó a algunos funcionarios en lugares pretendidos por el ex presidente.
Quienes frecuentan el Hotel Libertador, base de operaciones de Milei, dan cuenta de que las tensiones son cada vez más fuertes entre Macri con Milei y Bullrich.
Mauricio Macri se encuentra muy molesto porque Patricia Bullrich negoció de manera personal su desembarco en el ministerio de Seguridad, una jugada que echó por tierra las aspiraciones del ex presidente de poner a Cristian Ritondo al frente de la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación.
Fuentes con conocimiento de los términos de la negociación entre Bullrich y Milei afirman que la ex candidata presidencial de Juntos por el Cambio le ofreció al libertario sumarle nueve diputados al bloque de La Libertad Avanza a cambio del Ministerio de Seguridad y otros cargos como Defensa para su ex compañero de fórmula Luis Petri y la conducción de la Biblioteca Nacional para el filósofo Santiago Kovadloff. Además, la titular del PRO tendría asegurado que María Eugenia Talerico sea la directora de Migraciones.
La negociación personal de Bullrich con Milei es tomada por Macri como un desafío hacia él y un desconocimiento de su autoridad.
Lo cierto es que el ángel exterminador no logró su objetivo de imponer a Ritondo como presidente de la Cámara de Diputados, Milei confirmo recientemente en ese lugar al riojano Martín Menem, un hombre de su propia fuerza. Macri tampoco pudo quedarse con YPF y Anses, y la designación de Luis “Toto” Caputo en Economía tampoco fue gestión del ex presidente.
Luego de destruir Juntos por el Cambio, Macri genera caos en el espacio de su nuevo socio, en una clara muestra de sus deseos de consolidarse como único líder. En este contexto tan turbulento, son cada vez más los referentes del círculo rojo que avizoran un gobierno sin conducción o con un doble comando que derivará en internas permanentes con altísimos niveles de desgaste. También son contundentes a la hora de definir a Macri: un político que no sabe construir.
La Argentina después del 10 de diciembre estará marcada por una altísima expectativa de la sociedad que espera soluciones concretas en materia económica. Milei asumirá la presidencia en un contexto en donde la gente tiene poca paciencia para esperar las mejoras que prometió en campaña.
El nuevo mapa del poder en la Argentina
En las distintas elecciones provinciales que se llevaron a cabo a lo largo de este año, surgió un elemento predominante y, a la vez, configurativo de un nuevo mapa del poder en nuestro país: el fortalecimiento de los provincialismos. La ciudadanía, en la mayoría de los casos, demostró su preferencia por aquellos partidos o frentes provinciales con fuerte arraigo en lo local. Misiones, Neuquén, Rio Negro, Salta, Tierra del Fuego son ejemplos que demuestran esta impronta.
Los movimientos provincialistas han demostrado que supieron entender el sentir de una sociedad apática y harta de las disputas intestinas del poder que sólo le interesan a los políticos y, al mismo tiempo, fueron capaces de mostrar un camino diferente a la grieta, promoviendo los consensos necesarios para garantizar un clima de concordia y paz social en momentos en donde los altos niveles de confrontación generados e irradiados desde un sector de la política han calado hondo en la sociedad, agregando más incertidumbre al difícil contexto que vive el país.
El 22 de octubre el pueblo misionero eligió mayoritariamente a los representantes misioneristas que propusieron una agenda propia con marcado sentido federal frente a legisladores nacionales que responden a espacios conducidos desde el país central, una diferencia sustancial en términos políticos. El voto de los misioneros confirmó el rumbo elegido el 7 de mayo cuando la contundencia de las urnas consagró a Hugo Passalacqua y Lucas Romero Spinelli como nuevos gobernador y vice respectivamente de la provincia.
Carlos Rovira sintetizó en una conferencia de prensa brindada en el año 2021 el principio rector del espacio que conduce: “la gestión de nuestro gobierno y los gobiernos anteriores de la Renovación han puesto el mismo acento, la misma dedicación en cuidar y proteger, y cumplir y buscar cumplir todo lo que atañe a Misiones. El resto del país no sólo nos mira, viene a aprender de los misioneros y esto a mí me motiva un orgullo tremendo”.
Con la coherencia política que ha caracterizado a lo largo de los años, de cara al país que se viene desde el 10 de diciembre, la Renovación sostiene el compromiso de “innovación federal” y trabaja en la construcción de un espacio ampliado, con otras cinco provincias. El antecedente más inmediato y que sentó las bases de este espacio con fuerte arraigo en el federalismo, fue la conformación del bloque en el Congreso de la Nación de Provincias Unidas junto con Rio Negro y Neuquén. Ahora, Salta y Tierra del Fuego, le aportarán mayor musculatura a este bloque en el que no se descarta la incorporación de más provincias.
Existe una gran coincidencia respecto a la idea de que la construcción política que impulsa el misionerismo le da vigor a la democracia y aporta una dinámica disruptiva que permite garantizar la defensa de los intereses del interior del país.
Se genera un fuerte contraste respecto a los demás bloques que lucen divididos, con fuertes disputas por espacios de poder y carencia de liderazgos sólidos que aporten certidumbre.
En la Argentina que se viene, Misiones tendrá un rol muy importante en un Congreso Nacional muy fragmentado en donde la construcción de consensos para alcanzar mayorías será todo un desafío. La innovación federal ya se empieza a materializar con el reagrupamiento de fuerzas provinciales del Norte y de la Patagonia dispuestas a defender los intereses del interior del país y terminar con las asimetrías históricas generadas por el país central.
El autor es Abogado. Diplomado en Manejo de Crisis y en Análisis de Procesos Electorales. Especializado en Comunicación de Gobierno y Electoral.