Por Nicolás Marchiori
Una crisis interna descontrolada amenaza la unidad dentro de Juntos por el Cambio. La puja desmedida por espacios de poder, produce una peligrosa desconexión con la ciudadanía. En Misiones, el radicalismo atraviesa un oscuro panorama marcado por la deserción de dirigentes que privilegian el bien común de la gente por sobre las disputas internas.
La deconstrucción es un movimiento que deshace lo que se ha edificado, no para destruirlo sino para comprobar cómo está hecho, cómo se ensamblan sus componentes y qué elementos ocultos controlan su significado.
Deconstruir en el ámbito de la política puede dejar al desnudo un escenario de crisis de representación. Esta debe ser entendida como un deterioro del prestigio de los partidos y otras instituciones ante el electorado, y la pérdida de eficacia consecuentemente para formar consensos, seleccionar liderazgos y administrar político.
El mundo actual plantea grandes desafíos para los partidos tradicionales que pierden irremediablemente la posibilidad de contar con lealtades numerosas y de largo plazo al punto que han dejado de contar con la ideología como un arma para movilizar eficazmente al electorado. De hecho, la pérdida de esa dimensión ideológico–identitaria ha impulsado de igual forma cambios organizativos internos en los partidos, que los habría conducido a transformarse en estructuras o maquinarias (frías y desalmadas) orientadas a la pragmática obtención de votos. En suma, pues, el alejamiento y la pérdida de confianza de los ciudadanos en los partidos (y cabe añadir con razón en el liderazgo de los mismos) muestran inequívocamente su ostensible fracaso a la hora de sostener la principal función que les compete, que es la de ser instancias de representación.
A esta realidad, se le debe sumar otro factor. La configuración de la arquitectura política argentina en estos últimos tiempos ostenta un régimen bicoalicionista en donde dos grandes coaliciones (Frente de Todos y Juntos por el Cambio) impusieron la lógica de los discursos polarizantes como forma de capitalizar adhesiones a espacios construidos para competir electoralmente, pero con serias dificultades para proponer programas de gobiernos sólidos, duraderos y previsibles.
Este escenario, a su vez, posibilitó el fortalecimiento de algunas propuestas provincialistas con fuerte acento en lo local y arraigadas a las necesidades comunes de la población de un espacio geográfico determinado como se da en el caso de las provincias de Misiones, Río Negro y Neuquén.
Las empatías que producen algunos dirigentes con sus bases, o la fuerza popular de alguna cultura política, no necesariamente están asociadas exclusivamente a las estrictas formas de argumentación de las ideas orgánicas que se proponen y a su recepción exitosa, sino más bien a la manera en que algunos gestos significan, algunas palabras, algunas formas de pronunciar esas palabras, y, sobre todo, a las maneras de enfrentar situaciones concretas que reafirman un modo de actuar. Los modos en que se producen estos encuentros son una afinidad electiva entre sensibilidades.
Las sensibilidades heredadas de experiencias rebeldes pueden permanecer, como algunas flores en la noche, con sus pétalos contraídos hasta que hechos que permiten reconfigurar prácticas y experiencias diversas otorgándoles sentido habiliten su despliegue y vitalización bajo nuevas formas.
La implosión inevitable
El ataque de Facundo Manes al ex presidente Mauricio Macri es demasiado reciente como para que los encuestadores hayan podido registrar si lo favorece o lo perjudica en los sondeos de opinión. Lo cierto es que en el escenario actual existe un voto cuasi religioso para Cristina Fernández de Kirchner y un núcleo duro de votos que reivindican a Macri, pero también muchas encuestadoras cualitativas coinciden en señalar la existencia de un voto desencantado que rechaza a los dos ex presidentes y que no encuentra un cauce concreto, más allá del fenómeno Milei.
Unas reveladoras encuesta realizada en todo el país por la consultora #OpinaArgentina señala que el 41% respondió “ninguno o no sabe” cuando les preguntaron qué sector político es el más preparado para reactivar la economía. Y el 38% manifestó que prefiere “que gobierne un partido nuevo” a la hora de pensar en las elecciones del año próximo.
Por su parte, la líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió, apuntó sin dar nombres contra algunos representantes de su propio espacio Juntos por el Cambio por “entretenerse con cuestiones electorales” en medio de la situación límite en la que se encuentra el país a nivel económico. La dirigente volvió a advertir sobre las graves dificultades que se vienen para los ciudadanos en los próximos cuatros meses y aseguró que gran parte de la esfera política parece estar más enfocada en el futuro electoral que en el delicado presente.
Carrió afirmó en una entrevista con María Laura Santillán en Radio CNN que “todo el mundo está entretenido con Qatar y además algunos están entretenidos con cuestiones electorales que la verdad, al punto de la situación en la que está la Nación, estoy hablando de las internas y las candidaturas, a mí me da vergüenza”. Y continuó, visiblemente indignada: “hay sectores del radicalismo y del PRO que tienen que abuenarse porque sino no hay salida posible. Hay que reestablecer las relaciones humanas. Yo pedí un almuerzo cordial entre todos, que lo hagamos entre todos con el Gobernador de Corrientes, que estemos todos en Corrientes para poder mirarnos cara a cara, enserio, con un diálogo franco, pero además alegre. Pero no lo pude conseguir porque están muy fragmentados. Yo voy a seguir mediando y voy a trabajar por la unidad. La unidad de Juntos por el Cambio fue un logro personal mío porque los radicales no querían ir con Macri y Macri no quería ir con los radicales”.
En los últimos meses Juntos por el Cambio fue noticia por un sinfín de cortocircuitos internos, previos al más reciente protagonizado por Manes: las denuncias de Elisa Carrió a Macri por espionajes; el enfrentamiento entre Horacio Rodríguez Larreta con Patricia Bullrich por el manejo de la policía en la casa de Cristina Fernández de Kirchner; el día que el líder del PRO acusó a Hipólito Yrigoyen de haber sido populista; la difusión de los chats entre Carrió y Morales, y la ruptura del bloque de la UCR en la Cámara de Diputados por decisión de Lousteau.
El PRO tiene un serio problema con la existencia de Manes, ya que el neurocientífico aparece en el top 5 de las encuestas.
Desde el entorno del diputado nacional apuntan contra aquello radicales que buscan arreglar con el PRO su futuro político ya sea con un lugar en la lista de diputados o en alguna fórmula cruzada para las elecciones de 2023.
“Si Manes se cae, la UCR vale 20% menos de lo que vale hoy, sería volver a lo que era el partido en 2015”, cuando nació Cambiemos y el PRO era el espacio más competitivo, sostiene un armador del radicalismo bonaerense.
Éxodo radical en Misiones
En la noche del pasado jueves, al mismo tiempo que en la sede de avenida Buchardo de Posadas el Gobernador de Corrientes Gustavo Valdés le entregaba el diploma al veterinario Pablo Argañaraz, Presidente electo de la Unión Cívica Radical de Misiones, a través de una publicación de Facebook, el hasta entonces Presidente de la Juventud Radical de Posadas generaba un verdadero cimbronazo en el centenario partido. Acompañado de una foto rodeado de casi un centenar de dirigentes, Germán Ferber, anunciaba su separación de la Unión Cívica Radical y al mismo tiempo confirmaba que se sumaba al proyecto del Frente Renovador de la Concordia, destacando que “nosotros rompimos, no nos doblamos, no renunciamos a nuestros principios. Más que nunca tenemos como Norte la causa de los desposeídos. No vamos a cambiar nuestra metodología de trabajo”. En otro tramo del comunicado expresó con contundencia que “en el ámbito de la Renovación nos encontramos con un clima de apertura. Pudimos percibir una real valorización de nuestra juventud y nuestras ideas observamos que nos dan la posibilidad de ser protagonistas del cambio verdadero de una sociedad. Por nuestra vocación de militancia sin necesidad de ser portadores de apellidos”, en claro descontento los manejos del partido.
El anuncio de Ferber se suma al de José Luis Pastori, hijo del histórico dirigente del radicalismo misionero, quien semanas atrás había comunicado que se sumaba al proyecto político de la Renovación al cual se afilió recientemente, luego de pertenecer a la UCR desde los 18 años de edad.
De esta forma, mientras en las filas de Juntos por el Cambio siguen las disputas internas por espacios de poder olvidándose de los verdaderos problemas de la ciudadanía, existe una generación de jóvenes dirigentes que ante esta situación optan por formar parte del Proyecto Misionerista, que privilegia atender las necesidades de la gente y aportar soluciones concretas para la sociedad.