Por Germán Galarza
El expresidente avasalla en el armado del gabinete del electo Javier Milei y genera tensiones puertas adentro de La Libertad Avanza. La sociedad es testigo de un espectáculo desagradable que incluye operaciones y peleas obscenas por los cargos, libertarios históricos que se alejan espantados del espacio y un principio de incertidumbre sobre las medidas que se llevaran a cabo para paliar la crisis económica que atraviesa el país.
A días del balotaje Mauricio Macri ocasionó una revolución en La Libertad Avanza introduciendo la misma interna que hizo estallar a Juntos por el Cambio. A pesar de que el triunfo en las elecciones presidenciales es exclusivamente de Javier Milei, el violeta se tiñó de amarillo con la intromisión del ex presidente.
Atrás quedaron los cánticos y la ilusión que vaticinaba el fin de la casta, ahora –por mérito Macri– la casta está dentro del nuevo gobierno. El movimiento que auguraba lo nuevo y genuino se vio invadido por lo ya conocido, incluso, trajo aparejado el recuerdo de una gestión que endeudó al país por cien años con Luis “Toto” Caputo a la cabeza y a quién ahora postulan como Ministro de Economía sin el aval de los libertarios.
Es que Caputo y Macri cargan con el peso de ser los principales responsables del endeudamiento del país, la fuga de capitales, la escasez de dólares que inició la escalada inflacionaria en 2019 y los problemas en la economía por la obligación de pagarle al FMI. De hecho, la elevada imagen negativa de Mauricio hizo que su candidatura a presidente en estas elecciones no fuera posible.
Festejos de un triunfo ajeno
En Misiones los dirigentes de Juntos por el Cambio intentaron replicar lo que sucede a nivel nacional. Cansados de perder, festejan un triunfo ajeno, un triunfo que no les corresponde, porque la sociedad misionera votó a Javier Milei.
En estas elecciones no hubo dirigentes provinciales ni en la boleta, ni en el cuarto oscuro, fue una elección presidencial y nada más. En cambio en las elecciones provinciales de mayo y generales de octubre –cuando había candidatos de JxC en el cuarto oscuro– la población no solo no los eligió, ni siquiera los consideró como una opción.
En ese sentido, existe una diferenciación muy marcada: a nivel provincial, la sociedad eligió a la renovación para gobernar y a nivel nacional eligió a Milei. No eligió a Juntos por el Cambio, eligió a Milei. Quienes votaron al liberal entienden que el triunfo fue exclusivamente de él y no de los oportunistas que se cuelgan del “peluca” para festejar.
A lo largo del año, las urnas sentenciaron que ninguna provincia tenga un gobernador liberal. Es decir que el cambio que pedían es meramente nacional. Sin embargo, los oportunistas intentan trasladar ese resultado nacional a las provincias pretendiendo engañar a la gente. El voto libertario pretende un cambio nacional, principalmente en materia económica.
El triunfo es de la sociedad, del ciudadano que votó al cambio y pura y exclusivamente a Milei. Es un error pensar que Macri y Bullrich fueron quienes orientaron los votos. La gente es soberana con su decisión. Y ver el intento de Cambiemos de manejar al gobierno libertario, es un mal presagio.
Un fracaso tras otro
El fracaso de Juntos por el Cambio durante su gestión y particularmente en las elecciones de este año, es mucho más resonante que el fracaso del oficialismo nacional que recibió el 44% de los votos del país a pesar de los problemas económicos como la inflación que alcanzó niveles altísimos, y que incluso –en su mayoría– son producto de la deuda tomada por el gobierno de Mauricio Macri, además de otros factores como la sequía y la pandemia.
Las maniobras de Juntos por el Cambio de atropellar para gobernar a cualquier costo, hicieron que la relación con el presidente electo se tensione. El electo y sus asesores están notando que “vienen por los negocios” e intentan ponerle un freno no solo a las pretensiones, sino también a las altas expectativas que tienen de gestionar a través de lo ajeno.
La primera “joya de la abuela” que quieren vender es YPF, una de las pocas empresas estatales que funcionan bien. Una vez privatizada, el combustible tendrá el mismo valor que en otros países, hoy cerca de los 1.100 pesos el litro. Ese destino también tendrán otros servicios que se encuentran subsidiados cuando se retire el subsidio. La diferencia tendrá que salir del bolsillo de los argentinos. Lo que cubría el Estado lo tendrá que cubrir la gente. Ese es el precio de la economía liberal.
Esta situación tiene a la sociedad como espectadora de un espectáculo desagradable que incluye operaciones y peleas obscenas por los cargos, libertarios históricos que se alejan espantados del espacio, entre ellos los principales economistas que asesoraron al equipo en toda la campaña.
Un gobierno sin 100 días de primavera
En la agenda de los primeros días no se habla de ninguna solución para el votante ni para la economía. Y justamente la sociedad busca respuestas y señales sobre los temas que realmente le preocupan, uno de ellos es cómo hará Milei para frenar la inflación y hacer que el país empiece a crecer.
El deseo de un cambio urgente en la economía no permitirá festejos, ni 100 días de primavera, ya que la sociedad espera que las respuestas comiencen de inmediato. Inclusive, antes de fin de año, ya que la paciencia –por estos tiempos– es inexistente y eso fue lo que demostraron en las urnas.
De este modo, el presidente electo iniciará su recorrido casi con la soga al cuello y con la obligación de brindar soluciones inmediatas que traigan consigo cambios visibles y palpables en los bolsillos de la sociedad. Para colmo, lo que se anuncia no va en esa línea, por el momento se habla de ajuste en la obra pública, se puso en duda el aguinaldo y se difundieron una serie de medidas donde no hay beneficios.
En todo ese escenario, no es de menor importancia, que el presidente electo guarda una preciada relación con la Renovación y es una carta que va a jugar a la hora de necesitar votos de las provincias para sancionar leyes que impulse durante su gobierno.
Más allá que Milei tendrá la lapicera, la pelota está en la cancha de las provincias opositoras, que concentran la mayoría en ambas Cámaras del Congreso de la Nación y tendrán herramientas institucionales para acompañar o discrepar en las decisiones que se tomen, adelantando desde ya que no acompañarán el ajuste sin gradualismos que reclama Macri.
Sin la presión social de ser parte del nuevo gobierno ni tener el mismo color político, la Renovación y otros partidos provinciales esperan, igual que la gente, que el presidente electo empiece a dar respuestas. A medida que pasa el tiempo, si la economía no mejora, la sociedad de liberales y macristas empezará a sentir el rigor que sintió Unión por la Patria a lo largo de estos cuatro años. Los tiempos que vienen son de reclamos, para alquilar balcones, mucho más desde la oposición.