La psicóloga Cintia Beyer aborda las presiones asociadas a la temporada navideña: agotamiento mental, emocional y físico exacerbado por presiones familiares, estéticas y económicas.
El “síndrome de diciembre”, dice Cintia Beyer -Licenciada en Psicología- es un agotamiento mental, emocional, físico y vincular. Es causado por las presiones que recaen sobre una persona en este momento del año, incluyendo presiones familiares, estéticas y económicas.
Las fiestas pueden ser un momento de angustia para muchas personas debido a las cargas emocionales y mentales que han sobrellevado durante todo el año, especialmente en los últimos tres meses. Las reuniones festivas pueden hacer que las personas se enfrenten a cuestiones que han estado soportando, como duelos, separaciones o enfermedades.
Además, subraya Beyer, las redes sociales exponen mucho la vida de las personas en esta época del año, lo que puede generar sentimientos de soledad o infelicidad al comparar la propia vida con la aparente felicidad de los demás. La necesidad de cumplir con las expectativas sociales y los prototipos físicos, especialmente en el ámbito femenino, también añade una sobre exigencia física.
La obligación de compartir mesa con familiares o personas con las que no se tiene afinidad, así como los preparativos de las fiestas, también generan estrés. Algunas personas eligen pasar las fiestas solas para evitar estas situaciones y priorizarse, poniendo límites a las expectativas externas.
La Licenciada sugiere que las fiestas actúan como una “caja de Pandora”, sacando a la luz problemas que ya estaban presentes, por lo que es importante trabajar en ellos y no quedarse atrapado en el dolor o el pasado.
Finalmente, Beyer señala que la neuroplasticidad es la capacidad de poder adaptarse a las situaciones que nos tocan. Se relaciona con la adaptación a las tradiciones o expectativas cambiantes de las fiestas, ya que, aunque tengamos prototipos sociales y herencias generacionales que nos marcan, tenemos la capacidad de adaptarnos y de elegir cómo queremos vivir las fiestas. Por ejemplo, muchas personas han comenzado a tomar vacaciones en septiembre u octubre, lo que demuestra una adaptación a nuevas posibilidades. Es un proceso de aprendizaje que nos da la oportunidad de desdoblarnos de la realidad y de las expectativas tradicionales, si está dentro de nuestros planes y oportunidades.



































































