…y son decisiones
Por Adrián Machado
A través de esa simple frase, hace rato marca registrada, Miguel Ángel Russo (9 de abril de 1956, Lanús, Provincia de Buenos Aires – 8 de octubre de 2025, Ciudad Autónoma de Buenos Aires) extendió su filosofía de vida a miles de futboleros y no tanto: los problemas, las discusiones y las decisiones se abordan puertas adentro. Director Técnico y persona del ambiente del fútbol de las que era uno de los últimos ejemplares, Russo dejaba los flashes para los verdaderos protagonistas del fútbol: los jugadores. Trataba de esquivar cuanto sea posible los reflectores, las discusiones y polémicas estériles.
Murió haciendo lo que amaba, dirigir y estar ligado al fútbol, al que dedicó su vida. Esa pasión no se apagó nunca, ni siquiera cuando su salud comenzó a flaquear (dejó claramente expresado que quería decidir su destino hasta el minuto final). Estas breves líneas no versarán sobre su profusa trayectoria y estadísticas, que ya están circulando ampliamente, como jugador y DT, sino sobre su marca en el fútbol en nuestro país y fronteras afuera.
Ídolo en Boca Juniors, Estudiantes de La Plata, Rosario Central, Lanús y Millonarios de Bogotá, es ampliamente respetado (y así ha quedado demostrado en las primeras horas posteriores a su deceso) por múltiples actores, más allá de las banderas. Como jugador consiguió algo cada vez más infrecuente, sino imposible, en la actualidad: disputar todos sus partidos como profesional en un único club, fueron 435 encuentros jugados con Estudiantes de La Plata. Poco tiempo después de retirarse de la práctica activa, comenzó su extensa aventura como director técnico.
Dos ascensos a primera división con Lanús, otro con Estudiantes (en dupla con Eduardo Luján Manera), cimentaron su meteórica carrera en la dirección técnica. Fuera del país tuvo experiencias en Universidad de Chile, Unión Deportiva Salamanca en España, Monarcas Morelia de México, Millonarios de Bogotá, Alianza Lima, Cerro Porteño de Paraguay y el Al-Nassr árabe. Completan el CV cinco etapas en Rosario Central, 3 etapas en Boca, 2 en San Lorenzo, Vélez Sarsfield, Racing Club, Colón, Los Andes.
Con el paso del tiempo, y ya siendo entrenador, comprendió la decisión de su mentor Carlos Salvador Bilardo de dejarlo fuera de la convocatoria para el Mundial de México 1986, cuando había sido parte de casi todo el proceso previo, pero una grave e inoportuna lesión lo dejó con poco margen de ponerse a punto físicamente.

En Central volvió en un mal momento del canaya y logró devolverlo a Primera División, último campeón de Copa Libertadores con Boca y agarrando el fierro caliente xeneize en este último tramo de su vida.
Boca se ha manejado con extrema cautela y respetando los tiempos y privacidad de Russo y su familia. Juan Román Riquelme tiene varias falencias importantes en su faceta de Presidente de la institución (un personalismo marcado en la toma de decisiones donde no se discute y usualmente no se ha rodeado de personas que le marquen errores u opinen diferente, compras y algunas ventas o manejos con ciertos jugadores, lo cual derivó en magros resultados deportivos. Siempre hablando del fútbol profesional), pero la manera en que se manejó con su amigo Russo no admite críticas para quien esto escribe: una muestra de lealtad y respeto por la voluntad de un amigo, permitiéndole manejar sus tiempos y decisiones. Muy extraño para la época que vivimos y totalmente alejado de miserables opiniones que impostaron preocupación e intentaron dirigir la vida de una persona adulta y consciente de sus decisiones. Máxime cuando hablamos de alguien que pasó más de dos tercios de su vida ligado al fútbol, una pasión que da vida, al decir de Julio César Falcioni y Diego Armando Maradona.


Vas a tener el reconocimiento eterno,
Te vamos a extrañar Miguelo.