Por Aníbal Blasco
La contaminación del aire mata aproximadamente a 7 millones de personas cada año. Las pequeñas partículas de hollín y polvo que se encuentran en el aire de la ciudad y las cocinas alimentadas con biomasa son los principales culpables.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) advierte en investigaciones recientes sobre los riesgos para la salud a causa de la contaminación del aire. Los científicos lo llaman PM2.5, que significa material particulado de menos de 2.5 millonésimas de metro.
Bloomberg Green extrajo datos de más de 4.000 sensores que monitorean PM2.5 en una red de código abierto administrada por OpenAQ , una organización sin fines de lucro con sede en Washington, DC.
En el período de las últimas 24 horas, al menos 380 millones de personas en todo el mundo vivían con aire que excedía la guía de la Organización Mundial de la Salud de 25 microgramos de PM2.5 por metro cúbico. Es decir, una población total de 984 millones de personas que viven dentro del rango de los sensores de calidad del aire incluidos en esta muestra.
Diminutas partículas suspendidas en el aire contribuyen a millones de muertes al año y también dañan el clima. En el siguiente gráfico interactivo se pueden observar las variaciones entre los territorios: https://www.bloomberg.com/graphics/climate-change-data-green/air-quality.html
El material particulado es, en cierto modo, el más íntimo de los contaminantes climáticos. Es el resultado de las actividades que la gente realiza todos los días. El PM2.5 se compone de hollín de vehículos, humo y cenizas de incendios forestales, contaminación de las cocinas de biomasa, además de aerosoles de sulfato de la generación de energía y polvo del desierto. Lo inhalamos, particularmente aquellos de nosotros que vivimos en ciudades y hogares en países en desarrollo. Ninguna cantidad es segura y la exposición a lo largo del tiempo aumenta la susceptibilidad a enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los científicos y los funcionarios de Salud Pública están mucho menos preocupados por los niveles diarios, en los que el clima juega un papel enorme, que por la exposición crónica.
La diversidad química de PM2.5 hace que sea difícil describir un solo efecto sobre el clima. Un impacto significativo proviene del carbono negro, un material de hollín causado por la quema de combustibles fósiles, que puede depositarse en los glaciares y atraer radiación solar provocando su derretimiento. También el carbono negro a diferentes altitudes puede proteger las nubes, proporcionando un efecto de enfriamiento o interferir con la formación de nubes formando un efecto de calentamiento global.
¿Cómo conocemos estos datos?
Muchas grandes ciudades monitorean PM2.5 continuamente, pero la cobertura es desigual dentro de los centros de población y algunas de las ciudades más contaminadas tienen pocos sensores. Oslo, Noruega, alberga al menos 12 de estos monitores en la base de datos de OpenAQ, mientras que Lahore, Pakistán, que es 12 veces más grande, solo tiene un sensor. Esto significa que no hay suficientes sensores para medir la calidad del aire de la gran mayoría de los 7,6 mil millones de personas en el planeta.
¿Cómo se ve el progreso?
Un aire más limpio ha sido un claro éxito para la política medioambiental. Los investigadores de Salud Pública documentaron hace mucho tiempo el vínculo entre PM2.5 y la mortalidad, y desde entonces los legisladores han elaborado leyes efectivas que reducen y salvan vidas. Eso significa que las lecturas de PM2.5, y la cantidad de personas que viven con una calidad de aire deficiente, pueden disminuir más rápidamente que casi cualquier otra métrica en el tablero antes citado.
De 2000 a 2018, por ejemplo, la contaminación por PM2.5 en los EE. UU. disminuyó en casi un 40%, a 8 microgramos por metro cúbico, después de la implementación de los estándares nacionales revisados de calidad del aire. China ha exigido que las personas en áreas muy contaminadas cambien de energía a carbón a gas y declararon zonas de baja contaminación alrededor de las principales ciudades. India enfrenta el desafío actual más abrumador, impulsado por la energía del carbón, el transporte urbano y las prácticas agrícolas que involucran incendios anuales masivos. Las ciudades indias representaron la lista completa de las 10 más contaminadas en 2016, según datos de la Organización Mundial de la Salud. La buena noticia es que tecnologías más limpias y mejores políticas pueden eliminar rápidamente los problemas de calidad del aire.
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Por tal motivo y, centrándonos en el ámbito local, la decisión del gobierno de la provincia de Misiones de crear la Secretaría de Estado de Cambio Climático con rango ministerial, única de su tipo en Argentina y América Latina expone una lectura y sincronización con temas de agenda geopolítica impostergables. Misiones es el custodio del 52% de toda la biodiversidad de la Argentina, por ello, llevar adelante el liderazgo en materia ambiental es y será determinante para seguir mejorando la calidad de vida de todos los habitantes del suelo argentino y localidades de países limítrofes.
No solo a través de la concientización en la disminución de la utilización de combustibles sólidos e hidrocarburos para seguir mejorando la calidad del aire y contribuir a mitigar el calentamiento global, sino más aún en ser líderes en Programas para fomentar la agricultura familiar promoviendo una alimentación sustentable y orgánica, contribuyendo a la mejora en la salud de la población.
Para ello fue creada la Secretaría de Estado de Agricultura Familiar (https://agrifam.misiones.gob.ar/) que, junto a diversos Programas y asistencias desde el Ministerio del Agro de la provincia y programas nacionales, hace de Misiones un modelo a seguir en cuanto a cambios de hábitos y compromiso con el medio ambiente y la riqueza de nuestra biodiversidad.
El autor es Licenciado en Comercialización y Maestrando en Administración Estratégica de Negocios.