En el transcurso de los últimos cinco años, el Día Internacional de la Mujer recuperó las raíces de las luchas históricas por la igualdad de derechos, la justicia social y la visibilización de las violencias a las que históricamente fue sometida la mujer, con el fin de comenzar un nuevo camino hacia a la erradicación de las violencias de género.
Como cada 8 de marzo desde hace cinco años, este lunes, habrá una nueva jornada de huelga y reclamos ante la desigualdad de género y la violencia machista. Esta huelga –que coincide con el Día Internacional de la Mujer– rememora el masivo asesinato de obreras que iniciaron una protesta en reclamo de derechos. Hoy, en cada movilización, renace el recuerdo de aquellas víctimas.
En ese sentido, el paro internacional de mujeres, surge como un dispositivo de resistencia contra todos los tipos de discriminaciones a las que históricamente fue sometida la mujer. En Argentina, particularmente, los reclamos se dan en torno a diversos temas que dan cuenta de las desigualdades económicas, políticas y sociales que existen entre hombres y mujeres. Aunque este año, el reclamo se da principalmente en torno al accionar del Poder Judicial en relación al incumplimiento de las medidas de protección a las víctimas de violencia.
En nuestro país, sucede un femicidio cada 27 horas. A dos meses del inicio de un nuevo año, según indican los informes elaborados por el observatorio de las violencias de género Ahora Que Si Nos Ven, desde el 1 de enero al 28 de febrero de 2021 se registraron 52 femicidios y hubo 36 intentos de femicidios, “hechos sobre los que es necesario poner el foco desde el Estado y la sociedad civil para que no se conviertan en femicidios” indican desde el observatorio.
Respecto al lugar donde ocurrieron los mismos, el informe indica que en el 38,5% de los casos el hecho ocurrió en la vivienda de la víctima, en el 26,9% en la vivienda que compartía con su agresor y en el 21,2% ocurrió en la vía pública. En la mayoría de las situaciones los agresores son parejas o ex parejas de las víctimas, que muchas veces piden ayuda y recurren a la Justicia y a las fuerzas de seguridad, pero no son escuchadas.
De los 52 femicidios registrados en lo que va del año, el 17% de las víctimas habían realizado al menos una denuncia y sólo el 10% tenían medidas de protección. Estas estadísticas son alarmantes, sin embargo, reducir el tema a una cuestión de números resulta un poco frío ya que en realidad se está hablando de vidas perdidas.
A la vista de las circunstancias, el reclamo de este año es que el Estado, la Justicia y las Fuerzas de Seguridad realicen una transformación estructural para proteger de manera real a las víctimas, con medidas efectivas y evitar que los femicidios sigan ocurriendo.
El reclamo no es nuevo, se reavivó con los alarmantes números de víctimas que llegan a medio centenar en sólo dos meses del año, y evidencian las falencias de un sistema en el que muchas denuncias que podrían prevenir el peor desenlace, quedan en la nada.
Todo esto demuestra –una vez más– que no es una exageración pedir que se declare la emergencia por violencia de género. En las calles, cada vez más mujeres, lesbianas, travestis, trans, hacen oír su voz al grito de #NiUnaMenos, el reclamo se convirtió en lema y estandarte de lucha. El reclamo vino a mover los cimientos de la sociedad para intentar romper (de una vez por todas) con el paradigma cultural establecido.