Por Karen Fiege – Periodista – Bisnieta de libaneses
Entre las múltiples consecuencias del ataque al World Trade Center hace dos décadas se encuentra el exponencial crecimiento de estereotipos, discriminación y persecución a toda persona que provenga de la amplia región árabe o profese el islam. Es menester luchar contra la construcción de esa narrativa.
Si nos ponemos hacer memoria, independientemente de la edad que tengamos, siempre fue tema de agenda en la sección internacional de los noticieros, el conflicto en algún país árabe. El suceso particular del atentado a las torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 y desde el desconocimiento y reforzado por conceptos erróneos que repiten sin tapujos los medios de comunicación, la sociedad generó un estigma doloroso que termina simplificando la ascendencia árabe o la práctica de la religión islámica como sinónimo de terrorismo.
Por un lado, encontramos los chistes, hasta con tinte inocente si se quiere de “con ese apellido seguro sabés armar bombas” o preguntarle si es sobrino de Bin Laden a cualquier persona con barba y nariz prominente.
Esas zonceras, que a prima facie parecieran cargadas de adolescentes, no son casuales. Los medios de comunicación, reproducen de manera sistemática la figura del árabe asociada al terrorismo. Veamos algunos ejemplos para graficar la cuestión.
La Federación de Entidades Argentino-Árabes (FEARAB) se enojó con Adrián Suar, director artístico de El Trece, y le manifestó “su más profunda indignación” por un capítulo de “Los Únicos” en el que, entiende, se estigmatiza a la cultura árabe.
Según el episodio de la exitosa telecomedia, “Los Únicos” deben proteger al Presidente de un país árabe, quien está amenazado de muerte. Para infiltrarse en el lugar donde se encuentra, María (Griselda Siciliani) y Rosario (Eugenia Tobal) se hacen pasar por odaliscas. Descubrirán que hay un traidor en su propio entorno, y que está a punto de inmolarse para matar a todos. Mientras la cena transcurre, Diego (Mariano Martínez) descubre que el “Único” de Medio Oriente es un terrorista.
Luego de la emisión de ese capítulo, la asociación que nuclea a todas las instituciones árabes en el país lo denunció como un acto de discriminación.
Con la emisión del capítulo difunde masivamente un estereotipo totalmente errado de la cultura árabe. Dicho estereotipo, difundido de esta manera, colabora con la elaboración de una matriz de pensamiento que hace que el televidente y ciudadano común automáticamente asocie las actividades terroristas con la identidad árabe (y específicamente con la religión islámica).
En el 2013, FEARAB realiza una denuncia en el INADI, tras los dichos de Jorge Lanata en el Programa Periodismo Para Todos, donde expresó, al referirse al choque de trenes en Castelar: “¿No te parece más probable que no hubieran andado los frenos a que el conductor sea un suicida? Capaz era un árabe con turbante, no lo sé”.
En 2017, La comunidad Islámica hizo lo propio ante Telefe, ya que en el programa “Por el mundo” exhibía, a modo de burla, en Turquía, a un musulmán yendo a rezar.
Estos son algunos ejemplos relevantes, de los tantos que se producen habitualmente en nuestro país, y el propósito de reseñarlos es evidenciar la cercanía y la naturalidad con la que asociamos casi de manera ineludible al mundo árabe y musulmán con el terrorismo.
Los que vivimos en Misiones, sabemos que nuestras fronteras son una tranquera abierta de la hermandad, con muchas más similitudes que diferencias, sin embargo, desde la comodidad de los medios nacionales titulaban así:
Los inmigrantes árabes que se instalan en nuestro país, Brasil o Paraguay, comenzaron a sufrir una persecución descomunal por simplemente pertenecer a una etnia o religión.
En aquel agitado 2001, el periodista Emilio Lattes cruzó el puente que une Posadas con Encarnación para dar voz a la comunidad islámica de la mano de su Sheij, que explicó lo que quien esto escribe no se cansa de repetir: el islam es una religión de paz.
Por otro, algunos años más tarde, la BBC aseguraba en primera plana que en Tora Bora habían encontrado folletería de las cataratas de Foz de Iguazú. Tan fuerte fue el rumor, que un hotel de esa ciudad armó una campaña publicitaria con la cara del líder terrorista Osama Bin Laden.
Quiero concluir estas líneas con un humilde llamado a la reflexión: dejen de condenar sistemáticamente a la comunidad, investiguen en serio a aquellos que infunden terror escudados en algo tan noble como una creencia religiosa, estoy harta, ese es el término, me hierve la sangre cada vez que escucho sistemáticamente a colegas periodistas repetir frases erradas como “terrorismo islámico” o “Guerra Santa”; ni el terrorismo es islámico, ni la guerra es santa.
Si, es cierto, los árabes somos portadores de muchas cosas: moral, respeto, solidaridad, y sobre todo predicadores de la paz.