Por Adrián Machado
A tres años de la muerte de Maradona, aspectos de su profunda existencia continúan en debate. “Todo Diego es Político” provee material para la discusión de las múltiples identidades del diez: futbolista, héroe, ídolo, villano, padre, esposo, o hijo, entre otros. A lo largo del texto, 10 autoras reflexionan acerca de la conformación en sujeto político de un mito.
“Dios es el único ser que para reinar no tuvo ni siquiera necesidad de existir”
Charles Baudelaire
Diego Armando Maradona murió a los 60 años el 25 de noviembre de 2020. Existen procesos judiciales en curso, en búsqueda tanto de dilucidar responsabilidades por su deceso, como en lo que respecta a su sucesión patrimonial. También continúa el escrutinio de una vida que parecía inagotable y que ha dejado interminables tópicos de indagación acerca de uno de los personajes centrales desde la segunda mitad del SXX al menos.
Hace poco más de tres años, Síncopa Editora publicaba “Todo Diego es Político”, editado por Bárbara Pistoia. El libro consta de nueve capítulos, además de la presentación a cargo de la editora. A lo largo de sus páginas no se encuentra ninguna pretensión biográfica o de responder preguntas claves sobre la vida de Maradona, los textos transitan sobre las tensiones, contradicciones, e interpretaciones de lo actuado por Diego. Desde el inicio se expresa una cuestión innegable: nadie es indiferente a él, lo cual revela lo indecible y lo tabú de la vida de quien hubiera cumplido 63 años el pasado 30 de octubre.
Un deporte como el fútbol es central en la cultura y la sociedad de una gran cantidad de pueblos y quienes logran destacarse lo saben, afirma Pistoia. “Lo que no todos tienen, a diferencia de Diego, es la capacidad, necesidad y/o intención de instrumentar esa condición política del fútbol y el deporte en un móvil de transformación social y cultural”, señala la escritora. Y rescata a Roland Barthes para definir lo que sucede con algunos hechos de la vida de Maradona: es lo que no se puede pronunciar lo que nos atraviesa.
Uno de los pocos deportistas con el que se puede trazar algún tipo de equivalencia con el hijo de Doña Tota es Muhammad Ali. Pistoia suma a Eva Perón: “Diego, Evita y Ali, despreciados por las elites y cosificados hasta lo obsceno por los medios y sectores afines, aparecen como un comodín siempre a mano para redondear los climas coyunturales, dicho de otra manera, para medir purismos y agudizar la doble vara de las morales”. Ese odio no es más que el despecho ante la imposibilidad civilizatoria representada por ellos.
“Diego Armando Maradona es el descamisado que se pone la camisa de Versace. Es el derecho de conocer el mar y lo hace en sunga de animal print o colores fluorescentes. Es el que no puede caminar porque la artritis en la rodilla lo atormenta, pero suena una cumbia y el cuerpo se le va solo convirtiendo en pista de baile, y una pista bien caliente, el piso por el que hasta hace un segundo atrás se arrastraba”, concluye la autora. Maradona hermana incluso a los que lo desprecian.
Muchos Mitos
Natalia Torres cita a Joseph Campbell para afirmar que “el Diego mítico es más que un reflejo que cataloga pecados del ethos argentino en un momento histórico determinado, es también un altar aspiracional y no solo por su viaje personal que va del barro a las estrellas”. Dice Campbell que usualmente “el héroe del cuento de hadas alcanza un triunfo doméstico y microscópico, mientras que el héroe del mito tiene un triunfo macroscópico, histórico-mundial. De allí que mientras el primero fue a veces el niño menor o más despreciado, se adueña de poderes extraordinarios y prevalece sobre sus opresores personales, el segundo vuelve de su aventura con los medios para lograr la regeneración de su sociedad como un todo”.
El conflicto del artista
“Maradona es un artista y allí reside su estética, que es una continuación de su ética, más allá de cualquier moralismo. Quizá por eso el tribunal de la razón intenta separar su persona de su obra. Diego jugador sí, dicen algunos, Diego hombre no”, sostiene la Licenciada en Psicología Águeda Pereyra en otro texto que integra “Todo Diego es Político”.
Maradona no solo es conflicto, sino que lo localiza, argumenta la psicoanalista. De Menem a Fidel, de Punta del Este a Cuba, lo que se mantiene intacto es su fidelidad a lo popular, es un antagonista del poder: el contexto que atraviesa el Mundial 86, el apoyo a Madres y Abuelas, a los jugadores de fútbol como trabajadores. La autora concluye en que “Diego no olvida sus orígenes: los afirma”.
En el mismo sentido se expresa la Licenciada en Comunicación Social Florencia García Alegre cuando recuerda que el ex jugador de la Selección Argentina “enfrentó a la FIFA, a la AFA y a cualquiera que quisiera fracturarlo. Enfrentó a los sectores anti-populares, que disfrazan su desprecio con buenas intenciones y valores imposibles, esos infelices que no diferencian una esperanza de un cataclismo. Maradona enfrenta a todos, sin grises ni vergüenzas, haciendo pública su posición social, su pelea con el poder y statu quo y el significado de un villero que se convirtió en héroe, incluso para los que no lo vieron jugar”.
Epílogo
Poco tiempo después de la muerte de Maradona, dos hechos vinculados al fútbol tuvieron escasa resistencia por parte de los grandes protagonistas del mundo de la pelota: la idea por parte del presidente de la FIFA Gianni Infantino de realizar la competición máxima del balompié cada dos años en lugar de cuatro. Además, el planteamiento incluye aumentar la cantidad de equipos participantes. La pretensión que el negocio de la pelota se agigante y no se detenga, en detrimento de la competitividad, no tuvo valoración negativa por parte de los cracks actuales del deporte.
Por otro lado, el fusilamiento del joven Lucas González por parte de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires también encontró escasa repercusión en los actores del fútbol argentino. Un desabrido comunicado de la AFA, no hubo luto, ni postergación de encuentros, hasta se llegó a retirar bruscamente una bandera portada por el primer equipo de Barracas Central -club en el que militaba el juvenil asesinado- antes de la final por el ascenso a la Primera División: la urgencia radicaba en que debía estar en ese lugar un cartel de publicidad.
El origen compartido de González por buena parte de los jugadores que consiguen ser profesionales no fue motivo de ninguna acción en repudio del accionar de las Fuerzas de Seguridad ante jóvenes pobres. Casi nadie alzó la voz.
Sabíamos quien lo hubiese hecho. Y nos hace tanta falta.